martes, 26 de enero de 2010

Sueño de una pasión morena




Muchos suelen tener esa clase de sueños en que derrepente o súbitamente se hacen realidad; quizás inexplicablemente para algunos pero completamente absurdo para otros, y esto fue lo que me sucedió…


Y tuve un sueño, eran casi las 3 de la mañana, en una de esas espeluznantes noches, donde el mas mínimo zumbido de un mosquito revoloteando en primavera, puede llegar a despertarte, o que derrepente todo te molesta, el abanico te da demasiado frio pero si lo apagas sudas, y la luz de la calle ¡quién demonios la inventó!, para que tenerla encendida a las 3am y peor aun si esa luz ilumina no solo tu calle sino también la almohada de tu cama, en fin, uno de esos míticos días en que hasta un simple vaso con agua, te hace procesar todo un galón yendo mas de tres veces por hora al baño; y mientras todo esto acontecía, místicamente en un arrebato de cansancio o tal vez desesperación me dormí…


Y ahí estaba yo en una especie de isla caribeña quizá Jamaica o puerto rico, y entre las luz de la noche, la vi pasar, con ese tumbao que tienen las morenas al caminar, su piel irradiaba un brillo celestial bañado con el más perfecto bronceado que se haya visto alguna vez, su cabello se meneaba de lado a lado al ritmo de sus pasos, con unos risos perfecto estilo pantene; y con un cuerpo que ni Miguel Ángel hubiese podido imitar en el mejor de sus cuadros; por un momento me sentí perdido y absorto en su naturaleza inhóspita, en su cabello rizado, en sus curvas perfectas y en su sonrisa tímida e incierta como la de la Monalisa, caminaba hacia mí, con unos pasos magistrales como si mi mente hubiese captado todo y ahora me pasara las mismas imágenes pero en cámara lenta; por alguna extraña razón, estaba tendido en medio de la calle, viéndola pasar y dirigiéndose hacia a mí, mis pies yacían pegados al suelo, quería ir desesperadamente hacia ella, pero no podía, algo me lo impedía y el desafortunado efecto “de rebobinado” de mi cabeza, hacia las cosas extremadamente lentas, había música a todo mi alrededor y gente gritando carca de mí como si fuera el gran ganador de un concurso; para no exagerar este extrafalario sueño describiendo imágenes de cómo una exuberante morena se aproximaba a mí, terminaré el extraño y bello sueño (que al menos en este todo fue perfecto), diciendo que al llegar hasta donde yo estaba, la pude ver de cerca y mirarla fijamente, y era más bella de como lucia de lejos, le dije Hola, y justo cuando ella preguntó ¿me quieres?, un maldito gato, emitió el chillido mas ensordecedor que hubiese podido escuchar alguna vez, me despertó abrasando mi almohada y con los ojos perdidos en mi morena que poco a poco se desvanecía…


Esa mañana casi como un dejavú, note que las cosas se me hacían familiares por todos lados, el clima, las aves, la gente que pasaba (quizás la misma de todos los días en el centro de la ciudad), pero extrañamente tenía la sensación que esas caras ya las había visto antes, que esa gente me había gritado “algo” alguna vez y que en la calle los carros pasaban con una extraña velocidad, como con un épico efecto de “rebobinado”. Extrañamente o estúpidamente, no había llegado a la conclusión de que todo eso lo había vivido antes en mi sueño, y caminaba tratando de identificar que ¡ya había estado ahí!, en el mismo lugar y con la misma gente, trate de cruzar la calle al ver a una morena que me irradiaba un son particular, y en medio de la calle, vi que la gente volteaba a verme asustada, ¡por Dios que no sabía lo que pasaba!, era como mi peor pesadilla, dirigí mi mirada buscando una señal de donde me encontraba y ví que era la esquina de “la palmera”, mágicamente mis neuronas se conectaron y una sucesión de imágenes se entrelazaron en mi cerebro, ¡al fin! ¡Eso era!, ¡lo había descubierto!, mi sueño se estaba haciendo realidad… pero que tarde lo descubrí, y ante la mirada perdida y absorta de los presentes, sentí un golpe que me simbro hasta los dientes. Creo que me desmallé por unos minutos, o trataba de recuperar la calma y encontrar lo quedaba de mi cabeza que en ese momento creía perdida y entre las sombras que veía, oía los gritos de la multitud, la música celestial que sonaba a mi alrededor y esa exuberante mujer que corría hacia mis brazos, ¡eso ya lo había vivido!, no había duda, era mi sueño cristalizado, mi caribeña perfecta, mi morena de fuego corriendo hacia mí en efecto de “rebobinado”, no sabía si agradecer al cielo por ese momento o concentrarme en que decirle a esa mujer perfecta que corría a mi auxilio… y súbitamente, quizás por el efecto del golpe, cuando mi mente se reubicaba en esa solida caja que llamamos cabeza, empecé a oír que la música celestial se distorsionaba en el horrendo ruido de las sirenas de una ambulancia, la gente que se formaba a mi alrededor gritaba consignas contra el camionero que casi me mató y en efecto estaba pegado al suelo, no podía moverme y mis oraciones se concentraron en pedirle a los cielos, que mi morenaza sea la misma de mi sueño, y quizás fue el efecto del golpe que me di o que mi mente hizo propios mis deseos en el sueño, que la morenota seguía igual, bellísima como en el sueño, corriendo hacia mí con el efecto aquel y todo. Llego y pensé que algo que me iba a despertar nuevamente, pero ella estaba arrodillada frente a mí, sus risos, su sonrisa, sus curvas todo era perfecto y justo como la había visto en el sueño, tomo mi mano, la vi desesperarse, y como un impulso que salía de lo más profundo de su alma me beso apasionadamente… (o bueno lo que yo creí que fue un beso apasionado) y poco a poco iba como que despertando, reviviendo, alumbrando, cerré los ojos y cuando los volví a abrir, escuche gritos de –necesita más respiración de boca a boca. Y otros que desesperadamente gritaban –alguien sálvelo. Y nuevamente esa bella princesa caribeña me beso, con los ojos entreabiertos pronuncie un extraño –Hola. Y ella me decía -¿me quieres?, ¿me quieres?, ¿me quieres?, ¿me quieres?, ¿me quieres?... y así sucesivamente como un coro angelical, pero creo que mi cerebro al fin regresó a la normalidad y pude ver a doña Candi casi encima de mí, -¿me quieres decir algo Jorge?, ¡dímelo!... me dijo conmovida, y yo solo pensaba en mi morena, mi morena, que de la perfección de aquel sueño solo conservaba su color y yo en un suspiro de descepcion cerré los ojos y rece por regresar a mi sueño...


Quizás fue una de esa clase de sueños donde derrepente al día siguiente todo se hace realidad, pero con mucha distorsión, mi morena resulto ser doña Candi (la ventera de la esquina), una morena de fuego con 50 kilos más que la que vi en mi sueño, con pelo rizado pero más parecido al de una estopa y con un aliento de Kibis y Tamal que fueron quizás y después de todo lo que me regresó a este mundo.


Así es, tuve un sueño que se hizo realidad, un sueño quizá inexplicable para algunos y completamente absurdo para otros, pero eso fue lo que sucedio, porque aveces los sueños pueden hacerce realidad...

CJEP

sábado, 16 de enero de 2010

Un yogurt, una sonrisa



Quisiera empezar este pasaje de mi vida, diciendo que: “los siguientes hechos, son ficción y cualquier cosa parecida con la realidad son pura coincidencia”, pero… todo lo siguiente es verdad y no le paso al amigo de un amigo; en fin. Si las grandes farmacéuticas leen esto, lo cual no creo que sea muy probable, estarán ante al descubrimiento más grande contra el estreñimiento…

Era un día común y corriente en mi casa, me levante como siempre suelo hacerlo (mas tarde de lo que calculo), y para variar, ya era tarde para ir al trabajo, así que ante los múltiples reclamos de mi madre, sobre comer algo antes de ir a trabajar y la múltiple propaganda de Bimbo sobre el desayuno te da energía y cosas que inventan los expertos de la nutrición y los alimentos para que comamos más, revisé mi refrigerador, ¡oh... Dioses del Olimpo!, había uno de esos yogurts con lactobacilos o como se llamen, en la nevera… sin dudarlo lo tomé y me lo lleve al carro (el restaurante más barato y rápido en este mundo globalizado), mientras manejaba lo abrí, y entre cambios de velocidad curvas peligrosas y altos logré abrir el famoso yogurt, y procedí a ingerir su contenido… y debo reconocer que al principio me supo bien, no note nada extraño, en especial porque iba esquivando carros, me acababa de cepillar los dientes y tenía la rara suposición de que como ese yogurt era de nopal y no sé qué tanta combinación de plantas y lactobacilos, era común que supiera raro; al segundo trago supe que algo había de raro en ese yogurt y no era el nopal combinado con el apio; al tercer trago y después de sentir una gran cantidad de grumos que reinaban en su consistencia liquida, tomé y afronté la difícil decisión de revisar el frasco y…

¡Caducaba en junio del año pasado!, yo no sé cómo apareció en mi nevera, no sé si alguien quiso jugarme una muy mala broma, o era una especie de designio divino para ese día, pero la realidad que tenía que afrontar, era que estaba ahí con la mitad de ese yogurt grumoso y acedo en mi estomago…

Lo demás es difícil de relatar, quizá tan difícil como relatar aquella explosión del volcán del Kilimanjaro, pero puedo decir que gracias a este sencillo experimento de laboratorio del cual yo fui mi propio conejillo de indias, la ciencia tendrá sus beneficios, claro, si llegan a leer esta nota. Porque les aseguro que si tienen estreñimiento, una simple dosis de yogurt con seis meses de añejamiento, puede hacer milagros con ese intestino perezoso y sin duda dejarte una sonrisa de alivio.

CJEP

lunes, 4 de enero de 2010

UN MENSAJE INESPERADO

“las cosas solo dejan de existir cuando se deja de creer en ellas…”

Ayer fue quizás uno de esos días en que nada te sale bien, en casa te levantas con una extraña percepción de la mañana, miras tu reloj y descubres que tu alarma está más cruda que tu, o yo no sé que le paso, pero no sonó; se te hace tarde para ir al trabajo, bajas las escaleras la primera vez y se te olvidaron las llaves, regresas por ellas y estando dentro del carro, recuerdas que vas necesitas subir una vez más, ya que dejaste tu cartera; y sales apresurado, pensando que mágicamente todo se solucionará manejando lo más rápido posible; y ¡guala! Es como si el universo y el controlador electrónico de los semáforos se pusieran de acuerdo y decidiesen fregar a alguien ese día, y ese alguien, ¡oh afortunado seleccionado!, ¡eres tú! y te toca alto en cada semáforo y todos mágicamente manejan lento, y después de pasar a asesinar a uno que otro viejito y a dos intrépidos niños, esquivar carros como en “MARIO KART”, volarte uno que otro tope y un paso peatonal, llegas a tu trabajo para descubrir que ese preciso día, tus jefes decidieron llegar sumamente ¡temprano! Y vaya sorpresa, ¡ese día no estabas ahí!, y si no estás conforme con esta serie de sucesos desafortunados, puede que salgas a la calle después del peor día de tu vida y un pájaro te tire un bombazo, dándole color a tu ropa…


Y todo te parece terrible, de lo peor, y cualquier comentario te exaspera, irrita y estresa, y derrepente de la nada, llega un mensaje a tu celular…


En vista de los hechos y haciendo un análisis científico y teleológico a estos extraños sucesos de la vida, he llegado a dos conclusiones:


1.- conclusión científica. Debido a la cantidad de ondas telecomunicacionales cruzando nuestro espacio, es común y satelitalmente posible, que estas choquen o se bifurquen y encuentren otro receptor, diferente al cual debieron accesar; o en otras palabras, el satélite mando la señal de casualidad o equivocadamente a otra persona, no llego a su destino pero en cambio lo recibiste tú…


2.-conclusion teleológica. “Todo lo que sube, tiene que bajar”, tan esencial como nuestra necesidad de beber agua, pero… ¿quién decide cuando sube y cuando debe de bajar? Ósea, quien decide cuándo van a pasar cosas que nos irriten y llenen de frustración y quien decide cuando estas cosas deben dejar de pasar, sin duda, un ser Supremo, y ese Ser Supremo después de ver que ya subiste demasiado (a punto de explotar de estrés), decide mandarte un tranquilizante (ese tranquilizante puede ser aquel mensaje).


Si pienso que la opción uno es válida, limitare mi pensamiento a pura casualidad, y eso no me gusta y creo que ni a ti, pero la segunda opción amplia nuestro criterio…


“El mensaje decía algo así, ojala que este año seas mas dichoso, tengas muchos éxitos y este lleno de proyectos. Las cosas solo dejan de existir, cuando se deja de creer en ellas…”


Cabe señalar que el mensaje venia de un número desconocido, que hasta la fecha ignoro su procedencia, pero en fin.


A veces cuando más lo necesitamos, hay algo que nos regresa la esperanza; cuando pensamos que la vida nos lleva por sendas inesperadas y complejas, hay algo que nos muestra que aunque el camino sea difícil, si crees que a su término encontraras un castillo ¡éste ahí estará! porque la vida tiene un equilibrio, y si hay Alguien que puede llevarnos hasta el tope de la irritación, estrés y frustración, ese Alguien puede regresarnos la tranquilidad, esperanza y la paz; a veces en señales tan sensibles como el canto de un ave y otras veces para aquellos que no somos tan observadores, en mensajes de texto. Pero todo esto tiene sentido cuando nos negamos a dejar de creer en las grandes cosas de la vida.


CJEP