lunes, 4 de enero de 2010

UN MENSAJE INESPERADO

“las cosas solo dejan de existir cuando se deja de creer en ellas…”

Ayer fue quizás uno de esos días en que nada te sale bien, en casa te levantas con una extraña percepción de la mañana, miras tu reloj y descubres que tu alarma está más cruda que tu, o yo no sé que le paso, pero no sonó; se te hace tarde para ir al trabajo, bajas las escaleras la primera vez y se te olvidaron las llaves, regresas por ellas y estando dentro del carro, recuerdas que vas necesitas subir una vez más, ya que dejaste tu cartera; y sales apresurado, pensando que mágicamente todo se solucionará manejando lo más rápido posible; y ¡guala! Es como si el universo y el controlador electrónico de los semáforos se pusieran de acuerdo y decidiesen fregar a alguien ese día, y ese alguien, ¡oh afortunado seleccionado!, ¡eres tú! y te toca alto en cada semáforo y todos mágicamente manejan lento, y después de pasar a asesinar a uno que otro viejito y a dos intrépidos niños, esquivar carros como en “MARIO KART”, volarte uno que otro tope y un paso peatonal, llegas a tu trabajo para descubrir que ese preciso día, tus jefes decidieron llegar sumamente ¡temprano! Y vaya sorpresa, ¡ese día no estabas ahí!, y si no estás conforme con esta serie de sucesos desafortunados, puede que salgas a la calle después del peor día de tu vida y un pájaro te tire un bombazo, dándole color a tu ropa…


Y todo te parece terrible, de lo peor, y cualquier comentario te exaspera, irrita y estresa, y derrepente de la nada, llega un mensaje a tu celular…


En vista de los hechos y haciendo un análisis científico y teleológico a estos extraños sucesos de la vida, he llegado a dos conclusiones:


1.- conclusión científica. Debido a la cantidad de ondas telecomunicacionales cruzando nuestro espacio, es común y satelitalmente posible, que estas choquen o se bifurquen y encuentren otro receptor, diferente al cual debieron accesar; o en otras palabras, el satélite mando la señal de casualidad o equivocadamente a otra persona, no llego a su destino pero en cambio lo recibiste tú…


2.-conclusion teleológica. “Todo lo que sube, tiene que bajar”, tan esencial como nuestra necesidad de beber agua, pero… ¿quién decide cuando sube y cuando debe de bajar? Ósea, quien decide cuándo van a pasar cosas que nos irriten y llenen de frustración y quien decide cuando estas cosas deben dejar de pasar, sin duda, un ser Supremo, y ese Ser Supremo después de ver que ya subiste demasiado (a punto de explotar de estrés), decide mandarte un tranquilizante (ese tranquilizante puede ser aquel mensaje).


Si pienso que la opción uno es válida, limitare mi pensamiento a pura casualidad, y eso no me gusta y creo que ni a ti, pero la segunda opción amplia nuestro criterio…


“El mensaje decía algo así, ojala que este año seas mas dichoso, tengas muchos éxitos y este lleno de proyectos. Las cosas solo dejan de existir, cuando se deja de creer en ellas…”


Cabe señalar que el mensaje venia de un número desconocido, que hasta la fecha ignoro su procedencia, pero en fin.


A veces cuando más lo necesitamos, hay algo que nos regresa la esperanza; cuando pensamos que la vida nos lleva por sendas inesperadas y complejas, hay algo que nos muestra que aunque el camino sea difícil, si crees que a su término encontraras un castillo ¡éste ahí estará! porque la vida tiene un equilibrio, y si hay Alguien que puede llevarnos hasta el tope de la irritación, estrés y frustración, ese Alguien puede regresarnos la tranquilidad, esperanza y la paz; a veces en señales tan sensibles como el canto de un ave y otras veces para aquellos que no somos tan observadores, en mensajes de texto. Pero todo esto tiene sentido cuando nos negamos a dejar de creer en las grandes cosas de la vida.


CJEP


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